(Los avatares de Vishnu)
En el hinduismo existe el concepto ancestral de que “El cuerpo es vehículo del ser”. La evidencia mitológica/cultural es la manera en que esta civilización caracteriza a parte de sus dioses: como encarnaciones sucesivas que bajan a la tierra para cumplir una función.
Rama, Krishna, Buddha, entre otros, todos son encarnaciones (avatar) del dios Vishnu que tiene la noble virtud de preservar el universo. Rama vino a derrotar los demonios liderados por Ravana, Krishna bajó para ayudar a los Pandava a vencer los Kaurava, etc.
Sus cuerpos son el vehículo de una fuerza superior, de una energia universal que tiene un propósito: mantener el equilibrio. Sin embargo, su forma es un medio, el fin es lo que llevan dentro, en el corazón, como todos nosotros. Esa es la gran realización: “Yo soy Dios”. Esta herejía cristiana (que solo aspira a acercase al ejemplo de Jesús, vehículo del Padre en la tierra, nunca a serlo) surge como una de las grandes sentencias/verdades (mahavakyas) del Advaita Vedanta.
Aham Brahmāsmi
Yo soy Brahman
(Brahman, principio universal con atributos divinos: inmortal, inmutável, imperecedero, inmanifestado, o sea, Dios)
Retrocedamos: nuestro cuerpo es el vehículo del ser como la taza es la materia que rodea el espacio. ¿Qué es lo más importante, la taza o el espacio interior que se llena con lo que necesitas? Lo que vayas a beber es lo fundamental. La taza es el medio que tenemos para llevar a cabo tal acción. Uno busca el vacío interno para después llenarlo con el contenido adecuado a cada momento. Hoy agua, mañana té, ayer café.
El sutra del corazón, texto budista ancestral, dice:
Rupam sunyata sunyataiva rupam
La forma es el vacío, el vacío es la forma.
Uno tiene que vaciarse para que el mundo entero quepa en el corazón. Esta es la verdadera compasión/karuna (aquí el budismo y el cristianismo coincidem). Buscar el vacío (sunya), el zero, el samasthiti de nuestra vida.
Comments